Incluye en cada esfuerzo para resolver un conflicto todos sus aspectos y todas las partes que son afectadas por él. No desatiendas ni excluyas dificultades o personas conectadas con el conflicto, especialmente cuando este es complejo.
La mayoría de los conflictos sociales tienen algún grado de complejidad, salvo si consisten en un malentendido sencillo, en cuyo caso deberían ser más bien fáciles de resolver. Esto implica, entre otras cosas, que hay varias partes involucradas y que las dificultades no son problemas simples, lineales, que pueden ser resueltos racionalmente. Al resolver o gestionar estos problemas, si se excluyen actores o aspectos centrales del conflicto se corre el riesgo de incrementar la tensión y empeorar el conflicto.
Como mediador, intenta siempre incluir a aquellos que están involucrados en el conflicto y asegúrate de no simplificar el problema. Esto implica, por un lado, que las personas deban estar involucradas en el proceso de mediación bien sea directamente o a través de una representación efectiva, y, por otro lado, que quienes sientan temor de hablar puedan expresar su punto de vista.