Como mediadores sociales debemos examinar nuestra propia actitud frente al conflicto. Nuestro punto de vista sobre el conflicto afectará la forma en la que respondemos o reaccionamos cuando surge durante una mediación o un diálogo. Nuestro punto de vista también influirá en quienes están involucrados en el conflicto de un modo positivo o negativo.
Si vemos el conflicto sólo como un problema o un obstáculo que debe ser superado, nos arriesgamos a convertir una conversación de mediación en una sesión de resolución de problemas. Si vemos el conflicto sólo como algo peligroso, algo que debe ser evitado, es muy probable que decidamos tener demasiado control con el fin de prevenir la ira y los arrebatos emocionales.
Una visión transformativa del conflicto lo muestra como una potencia para el cambio y la transformación. Es energía que se puede usar para generar cambios en situaciones que lo necesitan. También puede conducir a transformar relaciones construyendo respeto mutuo. También, y esto sucede con frecuencia, puede cambiar a las personas que participan en la mediación a un nivel personal haciéndolas reflexionar sobre lo que sucede.
El fuego es una metáfora útil. El fuego puede ser peligroso, destructivo e incluso mortal. Pero también lo utilizamos para calentar nuestras casas (al menos aquí en Europa del norte) y para calentar comida. El fuego hace que funcionen muchas máquinas, como los carros de motor. También en las velas se usa el fuego para diversos propósitos, entre ellos brindar luz, crear un ambiente o evocar un simbolismo. La forma en que nos relacionamos con el fuego y la forma en que lo usamos hace la diferencia. Debemos evitar el fuego destructivo, pero no tenemos que eliminar el fuego de nuestras vidas solo porque algunos incendios son mortales y peligrosos.
Dar cabida al conflicto en lugar de evitarlo es la marca distintiva de un buen mediador. Ayudar a las personas que lo ven como algo exclusivamente peligroso y que por tanto debe ser evitado a que acepten el hecho de que es una señal de que se requiere un cambio puede marcar la diferencia entre una conversación mediocre y una que genera transformación.
Como ejercicio tal vez quieras preguntarte: «¿Cuál es mi actitud frente al conflicto? ¿Me produce miedo?» Reflexiona sobre tu actitud y pregúntate qué puedes hacer para volverte amigo del miedo.