Ser imparcial como facilitador o mediador significa que no escoger un bando. No se favorece a una parte sobre la otra. Nuestra intención no es influir en la conversación en una dirección u otra. No estamos en un bando del conflicto con nuestro propio programa de acción.
Si favoreces a una de las partes en una conversación, la otra parte considerará que estás “del lado de los otros”. Podrían perder la confianza e n ti y en el proceso, y podrían retirarse, asumir una posición más defensiva o incluso atacarte. Sentirán que el proceso está “arreglado en su contra”. Hay muchas maneras de sesgar una conversación en alguna dirección, y si intentas hacerlo encontrarás resistencia por parte del grupo o partes de él.
Ser imparcial puede ser difícil. Tenemos nuestros propios sentimientos, nuestros propios valores y nuestras propias opiniones, que podrían ponernos en la situación problemática de identificarnos con un punto de vista en particular, o de querer apoyarlo. Podrían hacer que reaccionemos de modo negativo frente a los puntos de vista que despiertan en nosotros antipatía o sentimientos negativos.
Supongamos que estamos actuando como facilitadores en una conversación entre un grupo racista y un grupo que se opone al racismo. Si estamos en contra del racismo, o incluso lo hemos sufrido en carne propia, debemos apartar nuestra oposición al racismo mientras gestionamos la conversación. Debemos ser conscientes de nuestras reacciones a las afirmaciones y acciones del grupo racista y no intentar dirigir la discusión a favor de los otros grupos. Si fallamos y mostramos nuestro sesgo, el grupo racista nos verá de inmediato como parte de “la oposición” y juzgará el proceso como injusto o sesgado en su contra.
Debemos ser conscientes de nuestros sentimientos y nuestros sesgos para poder permanecer imparciales. Esto significa que debemos enfocarnos en dos cosas separadas durante el proceso: en la conversación misma, y por el otro, en hacernos conscientes de nuestras propias reacciones. Lograr este enfoque doble requiere práctica.
Si regresamos al ejemplo de la conversación entre los racistas y los no racistas, deberemos ser conscientes de las dinámicas entre los dos grupos y a la vez de nuestras propias reacciones: nuestros pensamientos y emociones. Deberemos decirnos a nosotros mismos: «Puedo sentir que estoy reaccionando, debo apartar esos pensamientos y emociones y debo ocuparme de no favorecer al grupo con el que estoy de acuerdo ni mostrar mi antipatía hacia el otro grupo. Sin importar cuanto me cueste, no puedo elegir un bando.»
¿Por qué la imparcialidad es una meta-habilidad? La respuesta es que en cuanto una de las partes de la conversación siente que nos aliamos con la otra o que tenemos nuestras propias prioridades, nos verán como un oponente. Y en cierto sentido tendrán razón.
Podrían comenzar a comportarse contigo en la forma en que lo hacen cuando encuentran resistencia: ¿recuerdas la línea de resistencia? Te volverás parte de la oposición y no la persona que les ayuda a encontrar una solución. El grupo con el que te manifiestes afín también te verá como su aliado, con todo lo que ello conlleva.