INCORPORAR NUEVAS IDEAS SOBRE LOS CONFLICTOS
Con frecuencia, aunque no siempre, los problemas complejos están rodeados de conflicto. El conflicto puede estar presente y ser muy tangible, pero también puede estar oculto y en el fondo de un problema, o no ser particularmente serio. Es posible también que el conflicto emerja durante el proceso mediante el cual se busca tratar un problema.
Es importante comprender la dinámica del conflicto para estar bien preparados y para tener una aproximación y unos métodos que nos permitan lidiar con él de manera constructiva.
Tanto en el caso de los problemas complejos como en el de los conflictos, un diálogo mal concebido y mal preparado terminará empeorándolos.
Se ha escrito mucho sobre los diferentes tipos de conflicto: conflictos que implican diferencias de hecho, conflictos de intereses y conflictos de valores. No vamos a ahondar en estas distinciones aquí. Más bien, vamos a centrarnos en la exclusión como una causa determinante para el surgimiento de tensión, resistencia y conflicto.
En efecto, los conflictos suelen aparecer porque una voz o una perspectiva significativa ha sido marginada o desatendida, algo que puede ocurrir tanto de forma consciente como inconsciente. Cuando una voz no es escuchada y es ignorada o censurada por un grupo, el resultado, generalmente, es el aumento de tensión. Esto se debe a que dicha voz no desaparece. Por el contrario, tiende a reunir fuerzas y encuentra maneras de hacerse oír. Al principio, esto va ocurriendo sutilmente, pero con el tiempo la voz se hace más y más audible, y la resistencia a escucharla más y más fuerte. Este proceso puede ocurrir rápidamente, dando lugar a una escalada súbita del conflicto, o puede tomar tiempo, incluso muchos años.
Es por esto que es importante entender cómo se desarrollan los conflictos y aprender a reconocer las señales que se van presentando a lo largo de este proceso de escalada. Podemos percibir el conflicto primero como un aumento de tensión, luego como resistencia, y finalmente como una confrontación franca y destructiva. Si pudiéramos cambiar la dinámica de exclusión que está en el origen de este proceso, abriríamos la posibilidad de revertir su desarrollo.
Entonces, ¿cómo reconocer la escalada de un conflicto? Este proceso puede descomponerse en señales reconocibles. Las siguientes ilustraciones describen esas señales. La Figura 1 ilustra las tres fases del proceso. La Figura 2 muestra distintas actitudes y sucesos que podemos reconocer a lo largo del camino. Es posible que esta descripción no se ajuste exactamente a todas las situaciones. Sin embargo, estas actitudes y estos eventos indican lo que ocurre cuando la dinámica de exclusión continúa y un conflicto se va volviendo cada vez más serio.[1]
Figura 1
Figura 2
A continuación, encontramos una descripción un poco más detallada de las señales que se pueden reconocer a medida que el conflicto se intensifica:
Surgen chistes – Con frecuencia se hacen chistes sarcásticos o bromas a costa de alguien.
Los chistes pueden ser vistos como una manera más casual y ligera de sacar a la luz lo que verdaderamente se piensa.
Aparecen excusas – Se dan excusas para la inacción y la falta de actividad.
Las personas no aparecen para las reuniones, los acuerdos se archivan, las tareas se olvidan.
Hay chismes – Se dan charlas en los pasillos, en la calle, en las redes sociales, etc.
La presencia de chismes indica que hay otras conversaciones que se están dando en torno al problema – ¡Estas conversaciones hacen parte del proceso secundario que rodea a un problema social complejo!
Se forman alianzas – Las personas se juntan con otras que piensan como ellos.
Las alianzas son una señal de que los chismes están llegando a otro nivel: un nivel cada vez más organizado.
Hay acciones de “lobby” – Los grupos de personas o individuos tratan de evitar los conductos regulares de un sistema u organización e intentan, a menudo discretamente, influenciar a los responsables de la toma de decisiones de manera directa.
El lobby suele ocurrir a través de personas que tienen influencia sobre los responsables de tomar decisiones. En su forma extrema puede implicar amenazas e incluso corrupción.
La comunicación se vuelve más formal – En lugar de utilizar canales de comunicación directa se envía un correo electrónico, un mensaje o una comunicación escrita. El lenguaje mismo se torna también más formal.
En este punto hemos entrado claramente en una nueva fase. Una comunicación más formal indica que se han dado un giro en las relaciones y cambios en la situación de poder. También puede indicar que se está intentando usar la comunicación como una herramienta dentro del conflicto.
La comunicación se vuelve indirecta – Ya no hay un canal que conecte directamente a las partes. Se delega a otros para transmitir los mensajes.
Esto se asemeja a las acciones de presión o “lobby” pero implica una mayor confrontación. Se transmiten mensajes y se lanzan ataques en medios de comunicación o a través de terceros. La sinceridad disminuye y por lo general también disminuye la claridad.
La comunicación cesa. Ya no hay comunicación entre las partes: se dan la espalda los unos a los otros.
El silencio es un arma muy poderosa en un conflicto. Indica que se ha cruzado una línea y que las posibilidades de una resolución se han vuelto más remotas.
Hay amenazas. Las amenazas son una forma de intimidar al oponente que ahora es visto como “el enemigo”. Pueden ser amenazas leves en relación a una acción que se producirá o amenazas graves de violencia.
Las amenazas evidencias que hemos entrado en el terreno del conflicto donde las líneas entre “nosotros” y “ellos” están claramente demarcadas.
Se dan protestas. Las protestas son una acción decisiva. Pueden ser relativamente pacíficas en sí mismas, pero están destinadas a provocar una reacción y usualmente lo logran. En muchos países las protestas se llevan a cabo con violencia o se convierten en confrontaciones violentas con las autoridades.
Ahora el conflicto se ha hecho claramente visible: está a la vista de todos. Ya no se puede ignorar y hay que tomar medidas para hacerle frente. Estas medidas pueden ser constructivas y pueden contribuir a desacelerar el conflicto, o pueden ser destructivas y conducirlo hacia el siguiente y último nivel.
Hay violencia y guerra o separación. Estas últimas acciones van siempre unidas e indican que el conflicto se ha vuelto destructivo.
En ambos casos se sacrifica la relación entre las partes. Las consecuencias de la violencia y de la guerra son la destrucción o el daño al otro, incluso a expensas de uno mismo. La división o separación es un acto de finalización que no deja lugar a nuevos intentos de resolver un problema.
Es muy importante comprender este proceso hacia el conflicto a la hora de diseñar un proceso de mediación social.
Los conflictos no son necesariamente negativos o destructivos. Más bien, debemos considerar el conflicto como una señal de que un sistema particular necesita o desea cambiar.
El conflicto constituye energía: así como el fuego puede destruir y dañar, también puede calentar hogares, impulsar máquinas e iluminar el entorno. Un fuego puede ser controlado y manejado con más facilidad antes de que se haya convertido en un infierno. Exactamente mismo ocurre con los conflictos.
Si vemos el conflicto como potencialmente peligroso y destructivo, podemos tomar medidas para suprimirlo al momento de diseñar o facilitar el diálogo. Al reprimir el conflicto (e incluso al reprimir la tensión o la resistencia) se corre el riesgo de aumentar la presión y empeorarlo. Es lo mismo que pasa cuando se coloca una tapa en una olla a presión: tanto el calor como la presión aumentarán.
Por otra parte, si vemos el conflicto como constructivo -e incluso como una necesidad para el crecimiento y el desarrollo- la dinámica de nuestra intervención cambia. En primer lugar, podemos liberar la presión. Por esta vía, podemos crear un ambiente seguro para que el conflicto se haga visible y se trate de manera constructiva. Además, podemos crear confianza entre los involucrados en el proceso. Y lo más importante: podemos comenzar a ver las oportunidades y a actuar según lo que ellas nos ofrecen en lugar de reaccionar ante las amenazas.
[1] Los diagramas son una adaptación de la propuesta de Myrna Lewis – The Lewis Method of Deep Democracy. En: https://deep-democracy.net/
Intervención en el espacio público y la vida cotidiana para entregar información de interés a la ciudadanía: diagnósticos, datos para sensibilizar sobre una problemática, asignaciones presupuestales, entre otras. Por ejemplo, se puede utilizar para rendir cuentas o socializar Planes de Desarrollo.
Intervención en el espacio público para entregar información sobre acciones planeadas e involucrar a la ciudadanía en su seguimiento.
Simulación de una función de cine con una película atractiva para el grupo meta en un lugar público (parques, casas de cultura, centros culturales). Para asistir a la actividad los ciudadanos entregan, como boleta de entrada, un tarjetón con su respuesta a la pregunta del diálogo ciudadano
Instalación de instrumentos de votación en el espacio público para que la ciudadanía seleccione su respuesta a la pregunta del diálogo ciudadano de una manera fácil y divertida.
Recreación de un escenario para practicar una versión corta de un juego tradicional y atractivo que involucra solo dos participantes. Mientras transcurre el juego los ciudadanos intercambian argumentos basados en la pregunta del diálogo ciudadano.
Creación de un espacio de conversación informal entre la ciudadanía y la alcaldía en el que se comparte una bebida (no alcohólica) y se obtiene la respuesta a la pregunta del diálogo ciudadano.