El proceso de intervención en el conflicto llega, en este punto y bajo un ejercicio de mediación, al camino de mantener el dialogo como una tarea permanente que sea la primera a considerar cuando surjan nuevos problemas. No valdría la pena que se repitieran las acciones que llevaron a conflictos anteriores.
En este sentido, es necesario evaluar el proceso para identificar fallos, éxitos, aprendizajes y faltantes, de manera que se pueda avanzar en el fortalecimiento de las capacidades propias y de las de los actores inmersos en el conflicto.
Las siguientes preguntas son una guía que puede ayudar a saber qué pasó en los momentos de intervención:
¿Hay cambios en las actitudes de las personas, grupos y organizaciones que participaron en el diálogo?
¿Fue posible acordar soluciones al problema que motivó el conflicto?
¿Fueron útiles las herramientas utilizadas? ¿Qué debería mejorarse en su aplicación?
¿Fue posible evitar llegar a situaciones de violencia? ¿Si se llegó a ellas, cómo fue posible superarlas?
¿Todos los involucrados expresaron sentirse incluidos en los resultados del diálogo?
Por otro lado, los resultados del diálogo pueden manifestarse en compromisos de las partes para superar las causas que originaron el conflicto. Sobre este aspecto, el Departamento Nacional de Planeación trabaja en el diseño de un modelo de evaluación y seguimiento a los compromisos adquiridos entre los actores de los conflictos sociales, en los niveles municipal, departamental y nacional, de manera que facilite la gestión pública, la relación con la ciudadanía y la transformación social en democracia.